Crece la sospecha: Gabriel Castro, el periodista que nadie conoce, sería la creación de una consultora

Su nombre se volvió habitual en los debates políticos y económicos, pero no hay registro de que exista. En el sector aseguran que su cuenta serviría como canal encubierto para difundir información favorable a determinados clientes. Una práctica cada vez más común en las campañas.

Durante los últimos meses, el nombre de Gabriel Castro comenzó a aparecer con frecuencia en el debate público. Su cuenta de X —antes Twitter— @GabrielCastroOK se presenta como la de un periodista especializado en política y economía, seguido por dirigentes, militantes y colegas del medio. Publica análisis, adelanta movimientos y, de vez en cuando, filtra supuestas primicias. Pero nadie parece haberlo visto nunca.

Según diversas fuentes consultadas, no existe constancia de que Castro trabaje en ningún medio, ni figure en bases de periodistas acreditados, ni siquiera que haya participado en algún programa de televisión o radio. En la propia industria de la comunicación política ya circula una versión: Gabriel Castro no sería una persona, sino una marca inventada por una consultora para instalar información favorable a sus clientes o perjudicar a sus rivales.

Un especialista en estrategia digital, que pidió mantener el anonimato, explicó que este tipo de perfiles “se usan para decir lo que un vocero oficial no puede decir”. “Les dan cierta autonomía, les hacen tirar algunos datos verdaderos para ganar credibilidad, y después lanzan el mensaje que interesa al cliente”, detalló. Otro consultor confirmó que la práctica “es más común de lo que se cree” y que muchos candidatos contratan “periodistas de laboratorio” para amplificar mensajes políticos sin dejar huella institucional.

El caso de @GabrielCastroOK cobró notoriedad durante el ballotage 2023, cuando publicó proyecciones electorales erróneas y luego desapareció temporalmente. Desde entonces, varios analistas intentan determinar quién está detrás del perfil. En un ecosistema saturado de desinformación y operaciones cruzadas, el misterio de Gabriel Castro expone un fenómeno inquietante: en la política argentina, la verdad también puede tercerizarse.

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