“Lo de Alberto fue malo, pero esto también es un desastre”: la mujer que cuida la tumba de Gardel y ahora sueña con una carrera política en la Ciudad de Buenos Aires

Edith Beraldi cuida la tumba de Gardel desde hace veinte años. Se volvió ícono involuntario del barrio de Chacarita, donde la devoción, la nostalgia y el progresismo conviven con el café de especialidad. Tras ser sampleada por un DJ local, ahora piensa en “dar el salto” a la política.

“Lo de Alberto fue malo, pero esto también es un desastre. Igual acá siempre hay movimiento”, dice Edith Beraldi mientras lustra el bronce de la tumba de Carlos Gardel. Habla con la naturalidad de quien lleva tanto tiempo entre muertos que ya no distingue si los vivos escuchan. Desde hace más de dos décadas limpia, restaura y cuida el mausoleo del Zorzal Criollo en el cementerio de la Chacarita, hoy rebautizada por inmobiliarias y revistas culturales como Chacagiales, el nuevo laboratorio del progresismo porteño.

Lo que empezó como un acto de fe terminó convertido en una curiosidad urbana. Edith se volvió parte del paisaje simbólico del barrio: un ícono vintage que aporta “color local” entre los coworkings y las cafeterías de especialidad. Pero su salto al mito llegó cuando el DJ Rudy Kranevitter grabó su voz y la incluyó en una pista de house titulada Gardel is Alive, donde se la escucha decir: “Mientras yo venga, él no va a estar solo.” La canción se viralizó en fiestas del barrio y su voz resonó, por primera vez, lejos del silencio de los mausoleos.

“Al principio me pareció raro, pero después lo entendí. Gardel también mezclaba cosas nuevas. Si él viviera, estaría bailando conmigo”, dice Edith, entre seria y divertida. Desde entonces, le escriben para hacer entrevistas, documentales, hasta propuestas de campaña. No entra en detalles, pero admite que la entusiasma la idea: “A veces pienso que podría hacer algo más por la gente”.

Del pasado de Beraldi se sabe poco. Fue martillera, grafóloga, hija única. Vive sola en un departamento alquilado en Almagro y toma el 108 todos los días. Dice que su rutina “la mantiene cuerda”. El psicólogo Carlos D’Alessandro, del Hospital Borda, la define como “una sublimación exitosa del abandono”: “Ella transformó la soledad en misión. Pero ahora que el barrio la convirtió en ícono, la frontera entre devoción y ambición empieza a borrarse.”

Cuando termina su tarea, Edith cierra la reja del mausoleo, acomoda las flores y deja humeando el cigarrillo. Desde el parque vecino llega el sonido de un set electrónico y el aroma a café de especialidad. “Mientras yo venga, él no va a estar solo”, repite. En Chacarita, ni los muertos están a salvo del branding.

Scroll al inicio