El episodio ocurrió el viernes pasado por la mañana en una vivienda de la calle Arenales al 400, en pleno centro de Avellaneda. Obreros que trabajaban en la reparación de una cañería detectaron una irregularidad bajo el piso de la cocina y, al romper el cemento, hallaron una escalera que conducía a un pequeño sótano. Allí encontraron una mesa, dos sillas de hierro, una heladera Siam vacía, frascos de mermelada con etiquetas de 1986 y un retrato de Sandro. “Pensamos que íbamos a encontrar algo peor, por el olor —contó uno de los operarios—. Pero no: solo humedad y ciruelas.”
La policía intervino por protocolo y descartó cualquier delito. Según los registros municipales, la propiedad perteneció a una pareja de jubilados fallecida hace más de veinte años. Los vecinos aseguran que nunca habían visto el sótano, aunque durante años circularon versiones sobre túneles y contrabando. “Y al final eran frascos”, resumió una comerciante del barrio.
El hallazgo habría pasado inadvertido si no fuera porque encendió una disputa política inesperada. La concejal Graciela Morán, alineada con el gobernador Axel Kicillof, propuso declarar el espacio “de interés histórico y cultural”, como símbolo de la memoria popular. Desde el sector camporista, sin embargo, denunciaron “una maniobra de marketing institucional” y acusaron al kicillofismo de “inventar patrimonio para salir en la foto”.
El debate, que terminó en insultos y memes, reflejó la creciente tensión dentro del peronismo bonaerense, en medio de la pulseada por el control del PJ provincial. Así, un sótano húmedo con olor a pasado se convirtió en nuevo campo de batalla.

