La maldición azulgrana. Moretti emula el estilo de gobierno de Sri Lanka y da conferencias de prensa desde un patrullero

Llegó a San Lorenzo prometiendo el regreso a Boedo, pero terminó perdido entre pases frustrados, videos virales y cuentas en rojo. Su gestión acumula tropiezos y sospechas, mientras en el club admiten que “ya no se sabe si estamos en una asamblea o en un sketch”. El temor a que lo linchen de su círculo íntimo.

“Marcelo es ayudante de sanguchero: hace tres, pero se come cinco”, dice, con sorna, un dirigente que lo acompañó en los primeros meses de gestión. La frase corre por los pasillos de Avenida La Plata como un chiste que se volvió diagnóstico. Lo que empezó como una gesta refundacional terminó convertido en una milonga crepuscular: un presidente es un bailarín de tango que tropieza con sus propios firuletes, mientras el club se hunde entre balances borrosos y promesas incumplidas.

Moretti había asumido con un discurso de refundación. Pero la brújula moral —dicen en la oposición— “la perdió en algún bolsillo del saco”. Su primer año combinó ventas por veinte millones de dólares con una contabilidad de ilusionista: el pasivo se duplicó, y la aritmética azulgrana quedó más cerca del surrealismo que de la administración. “Vendió humo en cuotas”, resume un empleado del club.

El festival de equívocos alcanzó su clímax en el mercado de pases. Moretti quiso arrebatarle a Matías Reali a Independiente Rivadavia, pero el comprobante de pago que presentó fue, según cuentan en Mendoza, “tan auténtico como una moneda de tres caras”. Daniel Vila no lo perdonó y lo despachó con el insulto más porteño de todos: “gil”. 

A esto se le suma el video viral donde Moretti aparece guardando 25 mil dólares en el saco, mientras una voz le pregunta con ternura mafiosa: “¿Cómo anda el nene?”. La escena todavía circula como pieza de culto, mezcla de cine negro y grotesco criollo. Desde entonces, la credibilidad del presidente tiene más agujeros que la defensa de San Lorenzo en un mal domingo.

La Justicia le permitió retornar a la sede, pero lo recibieron con piedras y reproches. “La familia tiene mucho miedo de que lo linchen y esto termine como Sri Lanka en el Bajo Flores”, comentó un allegado que lo ayudó a huir. Moretti se marchó en patrullero, en una fuga de película de clase B. 

Scroll al inicio