El milenario arte oriental que cautiva a Martín Insaurralde: ¿retiro o repliegue táctico?

Tras el escándalo del yate y su evaporación del mapa político, allegados aseguran que el exintendente de Lomas de Zamora se refugió en una práctica milenaria para ordenar su rutina y bajar el ruido interno.

Fuentes que lo conocen desde la época en que su teléfono no dejaba de sonar admiten que el silencio actual es absoluto. “Máximo no lo llama, Cristina no lo llama, Axel tampoco. Nada”, resumió un colaborador que pidió estricta reserva. Aun así, nadie da por desactivada su red de vínculos y negocios: “Ese tipo de cosas nunca se apagan”, deslizó otro miembro del círculo chico. La duda, hoy, es qué está haciendo exactamente con su tiempo.

Según un amigo cercano, la respuesta llegó por un camino inesperado: el origami. El obsequio de un set japonés —recibido a modo de chiste privado después del escándalo— terminó transformándose en una rutina diaria. Dicen que Insaurralde pasa horas doblando papeles con una concentración que sorprendió incluso a quienes lo conocen desde hace décadas. “Le ordena la cabeza. Es lo único que lo mantiene enfocado”, explicó la fuente.

Otro habitué de su casa sostiene que el exjefe de Gabinete bonaerense convirtió la afición en una especie de método de reacomodamiento interno. Figuras geométricas, grullas, cajas y modelos cada vez más complejos ocupan ahora un rincón entero de su living. “Lo ves así, tan meticuloso, y te preguntás si es retiro o preparación”, señaló. Entre quienes lo visitan, la pregunta se repite: ¿estamos ante una retirada sincera o ante el reordenamiento táctico de un jugador que solo espera que vuelva su turno en la mesa?

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