Algo se mueve en Buenos Aires: detectan una vibración que crece al ritmo de la crisis

Mediciones recientes revelan que la ciudad cambió su frecuencia y ahora vibra en torno a los 50 hertz, el mismo pulso que domina la red eléctrica. Ingenieros y geofísicos hablan de un fenómeno inusual que podría alterar la estabilidad estructural del área metropolitana. Los informes internos circulan en silencio, justo cuando la economía y el ánimo social alcanzan su punto más tenso.

Durante meses se creyó que los temblores de Buenos Aires eran solo una metáfora económica. Pero los sensores instalados por universidades y consultoras privadas empezaron a registrar algo más literal: una vibración constante, pareja, imposible de atribuir solo al tránsito o a las obras. “No es ruido —explicó la ingeniera Carla Menéndez—, es un movimiento subterráneo sostenido. Siempre medimos frecuencias dispersas, de 3 a 8 Hz. Desde marzo, sin embargo, la mayoría de los registros muestra picos estables en 50 Hz. Es el mismo pulso que domina la red eléctrica. Algo está acoplándose, y no sabemos qué.” En los pasillos técnicos ya le dicen “la frecuencia Milei”: un zumbido que sube y baja con la cotización del dólar blue.

En la UBA, el geofísico Lucas Ferrer prefiere no ironizar, pero tampoco descarta el contexto. “El subsuelo porteño es inestable. Está lleno de túneles, caños, rellenos, arroyos entubados. Cuando el sistema se tensa, esa energía se acumula. Y si además hay un clima social cargado, puede que todo resuene un poco más.” Los instrumentos, efectivamente, registran vibraciones más prolongadas en las horas en que el mercado cambiario se descontrola. Las estaciones del subte, los edificios antiguos, incluso los cables de media tensión parecen participar de un mismo latido colectivo: un pulso metálico y eléctrico que recorre la ciudad entera.

En la Agencia de Protección Ambiental reconocen en voz baja que algo cambió. Los reportes internos mencionan una posible “sincronía parcial” entre la red eléctrica, el transporte y las estructuras urbanas, una convergencia que podría transformarse en resonancia total si las tensiones —físicas o sociales— se mantienen. “Todo vibra al mismo tiempo”, dijo Menéndez al cierre de una reunión técnica. “Y cuando una ciudad se pone a temblar así, lo que suele venirse después no es un estallido, sino el silencio”.

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