El nombre de Scott Bessent, flamante secretario del Tesoro de los Estados Unidos, está en boca de todos. Oficialmente, por haber sido el artífice del nuevo programa de asistencia financiera al gobierno de Javier Milei. Extraoficialmente, por motivos menos austeros.
En círculos diplomáticos de Washington, varios asistentes a una recepción privada tras el anuncio económico aseguran que Bessent dejó una impresión tan intensa como sus políticas fiscales. Un asesor latinoamericano que pidió estricta reserva lo resumió con ironía: “Tiene una visión pragmática del placer, igual que de la economía: busca maximizar el rendimiento con el menor riesgo posible.”
Otro testimonio, proveniente de un lobbista que compartió con él una cena en Georgetown, sostiene que el funcionario es “un entusiasta de los juguetes eróticos de diseño escandinavo”, especialmente de una marca sueca que fabrica dispositivos “de precisión quirúrgica”. “Es un tipo metódico. Lo suyo no es el desenfreno, sino la ingeniería del deseo”, comentó.
“Es un tipo metódico. Lo suyo no es el desenfreno, sino la ingeniería del deseo”, comentó.
Una fuente cercana a su entorno financiero aseguró que incluso en su loft de Nueva York —decorado con austeridad nórdica y arte conceptual— hay una vitrina cerrada con llave donde guarda piezas de plata y cuero italiano, encargadas a medida. “Cada objeto tiene su historia. Es un portafolio, pero del placer”, bromeó un excolaborador.
Mientras tanto, en Buenos Aires, el desembolso de fondos norteamericanos promete revitalizar los mercados y estabilizar al gobierno de Milei. Pero algunos diplomáticos, con humor ácido, se preguntan si no habrá también una política del estímulo en más de un sentido.

