La historia explotó en redes porque Jackie sostiene que ser de otra edad le da tranquilidad y seguridad, algo que muchos usuarios leyeron como extravagancia y otros como síntoma de un cambio cultural que ya nadie controla del todo. En su vida cotidiana él responde que tiene 28, aunque en papeles continúe figurando como un adulto de 39. Para algunos es una provocación filosófica; para otros, simplemente un hombre intentando sentirse más cómodo en su propio cuerpo temporal.
Pero como suele ocurrir cuando cualquier tendencia global aterriza en la Argentina, el debate adquirió rápidamente un tono político. En despachos del Ministerio de Educación bonaerense, donde los temas de identidad suelen generar más ruido que consenso, algunos funcionarios admitieron entre risas —y otros no tanto— que el caso “podría abrir un nuevo frente en la agenda inclusiva”. Según pudo saber La Hiper-Realidad, fuentes de la cartera educativa especulan con que el gobierno provincial podría terminar organizando talleres para personas “trans-edad” en hospitales públicos, si la discusión “se instala fuerte en la sociedad”.
Pero no todo son buenas noticias para la gestión bonaerense. Cerca del entorno del Ministerio de Producción también aseguraron que “Si se entera de esto Milei puede pensarlo como una solución para el problema previsional: convencería antiguos votantes de Macri para que se autoperciban de 50 y no se quieran jubilar”. Mientras en Japón el caso se diluye entre curiosidades mediáticas, en Argentina podría transformarse en otro capítulo de la pelea permanente entre progresismos, oposiciones hipersensibles y una agenda identitaria que nunca descansa. Todo por un hombre que dice sentirse de 28.

